KATHY es una mujer joven. Cuida de su dieta y vigila su peso, hace suficiente ejercicio y sigue las instrucciones de su médico. También se inyecta insulina todos los días. Kathy es una de las millones de personas que padecen de diabetes. A pesar de las precauciones que toma, Kathy reconoce: “Nunca puedo saber de antemano cuál será la cantidad de azúcar en la sangre. Una tarde puede estar en 300. Al otro día, siguiendo el mismo programa, puede que esté en 50 y caiga en coma hipoglucémico”. No hace mucho ella desarrolló una infección que no quería curársele, y tuvo que pasar varias semanas en el hospital.
Mae es una mujer mayor. No cuida de su dieta y, por consiguiente, tiene 23 kilogramos (50 libras) de sobrepeso. Reconoce que no sigue al pie de la letra las instrucciones de su médico. Le resta importancia al hecho de que la cantidad de azúcar en la sangre a menudo sube a más de 300, y se niega a inyectarse insulina. Aunque toma su píldora para la diabetes todos los días, para sorpresa de todos, parece que no está preocupada por su enfermedad.
Aunque parecen tan diferentes, ambas mujeres tienen la misma enfermedad. Se llama diabetes mellitus.
¿Por qué hay tanta diferencia entre un caso y otro? Más importante aún, ¿qué pueden hacer ellas para vivir con su enfermedad, la diabetes?
¿Qué es la diabetes?
Primero tenemos que entender lo que es la diabetes. Un factor clave de la enfermedad tiene que ver con la producción de insulina en el cuerpo, una hormona que el páncreas segrega. La insulina permite que el cuerpo obtenga azúcar de la corriente sanguínea y la lleve a las células, donde se utiliza como fuente de energía o se almacena.
Sin embargo, si el cuerpo no produce suficiente insulina, a las células llega muy poco azúcar para producir energía o ser almacenado. En lugar de eso, el azúcar se va acumulando en la sangre hasta alcanzar niveles altos y comienza a causar problemas. En otras palabras, en eso consiste la diabetes.
Y hay dos tipos principales de la enfermedad, como lo ilustran los casos de Kathy y de Mae.
En el caso de Kathy, a la enfermedad se le llama diabetes mellitus dependiente de la insulina, o diabetes del tipo I.
El problema en este caso consiste en que el páncreas no puede producir insulina. Descubrimientos recientes indican que, por lo menos en algunos casos, infecciones virales pueden causar este tipo de diabetes. La persona que padece de este tipo de diabetes por lo general lo contrae mientras es joven (menos de 30 años de edad), usualmente es delgada, y necesita inyecciones de insulina para vivir.
En el caso de Mae, a la enfermedad se le llama diabetes mellitus no dependiente de la insulina, o diabetes del tipo II.
A menudo se le llama diabetes que comienza en la edad adulta, y difiere de la del tipo I. El problema en este caso no consiste en que el páncreas no produzca insulina, sino en que no produce suficiente. Mucha de la insulina que produce la absorben las células de grasa. El páncreas no puede producir suficiente insulina para dar abasto, y aumenta el azúcar en la sangre. Por lo general las personas que padecen de este tipo de diabetes tienen más de 30 años de edad, son obesas, y muchas veces se las pueden arreglar sin inyectarse insulina. Parece que ellas también tienen mayor probabilidad de heredar la diabetes.
Tratamiento para la diabetes del tipo I
La diabetes que tiene Kathy, la del tipo I, es mucho más grave, aunque menos común. Podría parecer que la solución a la diabetes del tipo I es sencilla... simplemente suministrar insulina. Sin embargo, aunque las inyecciones de insulina pueden mantener vivo al diabético, no pueden encargarse de las fluctuaciones que hay cada minuto en el nivel de insulina que el cuerpo necesita.
Para reducir al mínimo las complicaciones de la diabetes, como lo son la ceguera o las enfermedades renales, es importante reducir la cantidad de azúcar en la sangre y en la orina. Se requiere imitar las fluctuaciones normales y frecuentes de la insulina en el cuerpo.
Pero la cuestión es cómo hacerlo.
El tratamiento abarca dos aspectos:
1) mantenimiento preventivo y
2) reposición de la insulina.
Respecto al mantenimiento preventivo, se deben tomar medidas para reducir al mínimo las fluctuaciones diarias en las necesidades de insulina del cuerpo. Un factor vital es el alimento que la persona consume, pues es esto lo que el sistema digestivo convierte en glucemia o azúcar en la sangre. La persona prudente que tiene diabetes del tipo I pronto aprende que es preciso que lleve una dieta bien regulada. Esto abarca los carbohidratos más complejos, al igual que las grasas y las proteínas. En esta dieta se evita el consumo de azúcar, miel, pasteles o bizcochos, refrescos con un alto contenido de azúcar, y otros dulces parecidos. Estos carbohidratos llegan rápidamente a la corriente sanguínea.
El cuerpo debe recibir esta dieta a intervalos regulares. Si el diabético se descuida y come lo que le apetezca a cualquier hora, el nivel de insulina y el de glucemia se desequilibran inmediatamente. Esto deja a la persona expuesta a enfermedad grave que ataca rápidamente o a complicaciones a largo plazo como resultado de la enfermedad.
El ejercicio disminuye el nivel de glucemia. Por eso el paciente que padece de diabetes del tipo I y es concienzudo incluye el ejercicio en su rutina diaria, y se asegura de tener disponible una fuente inmediata de azúcar (como un caramelo duro) en caso de que el ejercicio le baje demasiado el nivel de glucemia. Esto podría producirle un coma hipoglucémico.
Las emociones, también, pueden hacer estragos en el nivel de glucemia, y pueden ser una causa del poco autodominio con relación a la dieta. Debe darse tratamiento inmediato a las infecciones y las enfermedades, puesto que estas pueden ocasionar muchas fluctuaciones en los niveles de glucemia.
Sin embargo, a pesar de tomar en cuenta todos estos factores, puede que al paciente que tiene diabetes del tipo I, como Kathy, le sea aún difícil estabilizar el nivel de azúcar en la sangre. ¿Qué puede hacer entonces?
El segundo aspecto principal del tratamiento es el uso de inyecciones de insulina. Cuando se desarrolló la insulina hace más de 60 años, esta resultó ser un medicamento que salvó la vida a muchos diabéticos. Y más tarde se consideró inicialmente como una gran ventaja el inyectarse insulina una sola vez al día.
Aunque las inyecciones diarias son más convenientes, las complicaciones a largo plazo, como el endurecimiento de las arterias, son motivo de cierta preocupación. Por lo tanto, algunos recomiendan que se administren inyecciones más frecuentes de acción breve para que haya un control más estricto del nivel de glucemia en el transcurso del día. Varios adelantos recientes han contribuido a que esto no solo sea posible, sino también práctico.
A uno de los adelantos para vigilar y controlar la glucemia se le ha llamado “el primer adelanto terapéutico verdaderamente significativo desde el descubrimiento de la insulina”. Mediante el uso de una máquina portátil sencilla, el diabético puede analizar la cantidad de azúcar en la sangre varias veces al día. Así puede hacer sus propios ajustes frecuentes en la dosis de insulina y aproximarse lo más posible a los niveles constantes y normales de azúcar en la sangre.
Una de las desventajas de vigilar y controlar la diabetes en el hogar es que el diabético tiene que darse un pinchazo en un dedo para el análisis de sangre. Pero se han diseñado lancetas especiales con este propósito, y los que han llegado a hacerse expertos en el procedimiento dicen que en realidad no es tan malo. Otra desventaja es el costo de la máquina. Sin embargo, con el adelanto en la tecnología, el costo de esta debe bajar.
Entre otros adelantos figura la invención de agujas para inyectar insulina que son más baratas, desechables y sumamente puntiagudas. Estas han hecho que las inyecciones de insulina sean menos dolorosas. Además, no hay que refrigerar la insulina que hay disponible hoy día, lo cual evita inconvenientes serios cuando se sale de viaje.
También, ya está en el mercado una insulina que es equivalente a la insulina humana y a menudo se recomienda para los pacientes a quienes recientemente se les ha descubierto la diabetes del tipo I. También son nuevos el inyector de insulina presurizado, que no necesita aguja, y la bomba de infusión de insulina. La bomba es un inyector portátil de insulina que el paciente lleva en el cinturón. Esta inyecta insulina constantemente a través de una aguja que se halla en la cavidad abdominal. La bomba de infusión, aunque se utiliza hoy día, muchos médicos la consideran un poco peligrosa, y debe usarse solo bajo la supervisión de un especialista.
Con relación a los niños que padecen de diabetes del tipo I, una tendencia reciente ha sido la de preocuparse menos acerca de la dieta. Algunos piensan que pueden llevar una dieta relativamente normal y entonces compensar esa dieta con la cantidad de insulina que sea necesaria. Por supuesto, estos niños todavía no deben comer muchos dulces. La verdadera base para que lleven una vida relativamente normal parece ser el vigilar y controlar estrictamente la glucemia y hacer ajustes frecuentes en la cantidad de insulina.
Tratamiento para la diabetes del tipo II
No ha habido tantos adelantos en el tratamiento de la diabetes más común, la del tipo II. Como se señaló, el problema no yace en que el páncreas no pueda producir insulina. Lo que sucede es que el páncreas no produce suficiente insulina para satisfacer las crecientes demandas de insulina por parte del cuerpo, que por lo general la obesidad agrava.
Aunque muchos diabéticos usan píldoras, la función de ellas es estimular al páncreas a producir más insulina. Pero hay un límite en lo que se refiere a cuánto se puede ‘espolear a un caballo cansado’, en este caso, un páncreas cansado. Un buen régimen alimentario que ayude a adelgazar y a disminuir el consumo de azúcares simples, junto con una cantidad razonable de ejercicio, puede ser más útil.
Si la dieta, el ejercicio y el abstenerse de dulces no contribuyen a que la glucemia disminuya lo suficiente, entonces puede que al paciente se le receten píldoras. En cuanto a este asunto las opiniones varían. Hay médicos que prefieren usar inyecciones de insulina en vez de píldoras, incluso cuando se trata de casos de diabetes del tipo II. Puede que las píldoras tengan efectos secundarios, y hay una cuestión en cuanto a si estas en realidad pueden prevenir complicaciones a largo plazo, o no.
En cada caso, médicos competentes tienen que sopesar todos los factores antes de recomendar algún tratamiento. Y el diabético tiene que sopesar las recomendaciones y tomar la decisión final en cuanto a lo que hará.
Viviendo con la diabetes
Por lo tanto, según el tipo de diabetes de que padezca la persona, hay que dar diversos pasos para hacerle frente. Para el que tiene la diabetes del tipo II, la solución puede ser llevar una dieta y perder peso. Pero cierto médico declaró: “Seamos realistas; la experiencia me ha mostrado que hay poca probabilidad de que eso suceda. En la mayoría de los casos estoy preparado para dar a mis pacientes píldoras o aun insulina desde el principio”.
Para el que tiene la diabetes del tipo I, la solución para vivir con su enfermedad no es tan sencilla. En parte, también, la respuesta en este caso quizás no se halle en el tratamiento médico, sino en la actitud de la persona hacia la diabetes. Es cierto que no es algo agradable la expectativa de tener que inyectarse todos los días, tal vez varias veces al día, ni la del punzarse un dedo para examinar la glucemia. Tampoco es fácil tener que asegurarse de organizar la vida de uno de modo que coma alimentos parecidos a intervalos regulares más o menos a la misma hora todos los días, y planear debidamente los períodos de ejercicio y descanso.
Al mismo tiempo, el ver las cosas de manera realista significa aceptar el hecho de que actualmente no hay cura para la diabetes. Pero sí hay tratamientos que, aunque requieren disciplina, pueden mantener a los diabéticos vivos y razonablemente saludables por muchos años más que lo que sería el caso de no haber disponible ningún tratamiento.
Actitudes que deben evitarse
Es preciso evitar dos extremos en lo que toca a las actitudes. Por una parte, es preciso que la persona que tiene diabetes evite ser descuidada en cuanto a su problema, y no siga consejo médico sano, quizás con la esperanza de que el problema desaparezca. No desaparecerá.
Por otra parte, puesto que las emociones ocasionan fluctuaciones erráticas en los niveles de glucemia, podría ser contraproducente preocuparse excesivamente por el problema. No ayuda en nada el estar en temor constante y dedicarse al cuidado compulsivo de la diabetes, excluyendo actividades normales. Aunque es preciso que la vida del diabético esté regulada, la gran mayoría de ellos pueden llevar una vida bien organizada.
VIDEO DIDACTICO SOBRE LA DIABETIS
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